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Las raíces de los árboles


Las raíces, una de las partes más importantes del árbol, ya que desempeñan funciones esenciales para su desarrollo y supervivencia. Entre otras, las raíces se encargan de suministrar a la copa del árbol el agua y las sales minerales que necesita. Las raíces también ejercen funciones mecánicas y sirven de reserva de agua, glucosa y nutrientes.

Las raíces tienen además la capacidad de adaptarse al terreno en el que se encuentran y la mayor o menor disponibilidad de agua. Se encargan de explorar el terreno e ir colonizando aquellas zonas con mayores probabilidades de acumular agua y nutrientes. En función del entorno, el árbol también desarrollará un sistema más largo, incluso más complicado, de raíces y ramas. Su longitud depende del crecimiento del propio árbol. Si el desarrollo de éstos se basa en la altura, la longitud del sistema de raíces será semejante a la altura del árbol. Si bien, en algunas especies –los que crecen con copa horizontal-, las raíces pueden ser hasta 3 y 4 veces mayores que la superficie de su copa. Las raíces necesitan oxígeno del suelo para encontrar el agua y los nutrientes para llevarlos hasta la copa.

“El umbral óptimo para el desarrollo de raíces se encuentra en aquellos suelos con presencia, al menos, de un 10% de oxígeno. Por debajo de estos valores la concentración de raíces disminuye, produciéndose la muerte del sistema radical cuando la concentración de oxígeno se encuentra por debajo del 3%”.

¿De qué depende la cantidad de oxígeno? De varios factores, tanto del tipo de suelo (arenoso, arcilloso), de la compactación o del nivel de agua (un exceso de agua significa menor presencia de oxígeno). Algunas especies se han adaptado a vivir en ambientes más o menos encharcados, como el ciprés de los pantanos, el chopo, el aliso o el fresno.



Aunque cada especie tiene un sistema de raíces característico, generalmente todas las raíces siguen pasos similares en su desarrollo:
  • Raíces pivotantes: Su función en anclar la planta al suelo.
  • Raíces superficiales: Son más finas. Unas sirven para captar el agua superficial y otras para asegurar el anclaje.
  • Raíces exploradoras: Encargadas de buscar agua. Cuando el árbol se hace viejo suelen ser las primeras en morir al no encontrar nutrientes o recursos.

Las raíces no absorbentes son las que se encargan de sustentarlo. Raíces que van creciendo poco a poco para conseguir la máxima superficie de contacto con el suelo o con el algún elemento (rocas, piedras) que le permita reducir al máximo los riesgos de rotura.

Para leer más: Historias de árboles, un hueco en el bosque


Fuente: Manual de buenas prácticas. Ministerio de Medio Ambiente.
Fotos: Encinas de Almenara de Tormes y San Pelayo de Guareña (Salamanca). 

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