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La poda de los árboles

Podar un árbol es, en pocas palabras, suprimir algunas ramas, pero la poda es una técnica, no un capricho. Antes de podar un árbol hay que tener en cuenta dos premisas: No se puede empezar a cortar antes de estudiar el árbol, su morfología, estructura y forma. Y, sobre todo, no se debe podar si no hay una buena razón para ello. Los árboles adultos no precisan de una poda regular similar a la que necesitan otras plantas.

Los castaños también anuncian la próxima primavera / Tope y Cuña

La poda tiene efectos morfológicos y fisiológicos, pudiendo influir directamente en el crecimiento y la vida del árbol. Aunque eliminar algunas ramas y hojas (en torno al 25%) puede acelerar el crecimiento del resto al disponer de más luz, agua y nutrientes minerales, no hay que olvidar que si poda es excesiva (más del 50%) puede tener el efecto contrario. Es decir, podemos disminuir la capacidad y producción fotosintética del árbol. Así, por ejemplo, si nos excedemos al podar un árbol para aumentar la producción de frutos, podemos provocar que los brotes durmientes, en lugar de convertirse en brotes florales y frutos, se transformen en brotes leñosos (brutos chopones que debilitan el árbol).

La poda ayuda a eliminar tejidos muertos, dañados o enfermos. Un corte adecuado ayuda a la planta a crecer sana. No es el único motivo para podar un árbol, también se hace para favorecer el crecimiento, para darle forma, para mejorar la calidad de la madera o para aumentar la floración y la producción de frutos. Si no es necesario, los árboles pueden vivir sin ser podados. De hecho, muchos de ellos se autopodan de manera natural.

La poda natural de los árboles se produce sobre todo por la competencia entre las propias ramas. Generalmente, las hojas del árbol mueren cuando su consumo es mayor a la producción. Las ramas bajas e interiores, por falta de luz, van perdiendo sus hojas al interrumpirse la circulación de savia dentro de la rama. Las ramas secas, en algunas especies, se quedan adheridas al árbol, dando lugar a los conocidos nudos muertos o sueltos que se presentan en la madera. En otras especies, el desprendimiento de las ramas secas es más habitual. Los hongos, insectos, el viento y otros agentes meteorológicos facilitan la poda natural de las ramas secas.  

Cuando interviene la mano del hombre estamos ante la poda artificial. Por una parte estaría la escamonda, la poda de ramas muertas en un árbol, con un objetivo preventivo, el adelantarse al proceso natural de pudrición y caída de las ramas muertas. La escamonda se puede practicar en cualquier época del año, y si se realiza correctamente, no daña ni pone al descubierto los tejidos vivos del árbol. Por otra parte, estaría la poda de ramas verdes. 

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