Historia del mueble (11): Puertas y ventanas
Históricamente, las puertas de las casas importantes
reflejaban la categoría de una habitación, por lo que su altura podía variar
entre un espacio y otro. La puerta, tal y como la conocemos, es un elemento sorprendentemente
reciente. Las primeras consistían en simples cortinas de tela o de pieles
enrolladas o extendidas. En los murales egipcios encontramos puertas de esteras
ricamente decoradas que se enrollaban como toldos o marquesinas para permitir
la entrada. Los egipcios fueron los primeros en construir puertas sólidas que,
como las actuales, ya constaban de una sola hoja (aunque de mayor peso). Para
las aperturas muy amplias se instalaban dos puertas. En aquellos lugares donde
la madera escaseaba se usaba piedra (en Siria se construyeron puertas de piedra
entre los siglos IV y VI). En Pompeya incluso se han encontrado, de la época
del emperador Augusto, puertas de mármol provistas de ingeniosos paneles para
reducir su peso sin afectar a su resistencia.


Las puertas consideradas rústicas o de estilo campestre
tuvieron su origen en zonas de clima más cálido, donde la madera se pandea con
más facilidad; se construían con varias piezas, que podían ser una de tablones
de madera unidos con espigas, clavijas o listones horizontales, conocidos como
tablillas reforzadoras, o como alternativa, con una estructura de montantes
verticales y maderas horizontales (travesaños), y paneles intermedios más finos
sujetos en ranuras o en molduras adicionales. Las puertas modernas, así como
sus mecanismos de apertura y cierre, son tan diversas como las antiguas.
“En lugar de palabras, viene el pensamiento de ventanas altas: el sol que penetra a través del vidrio, y detrás de él, el aire de color azul oscuro que no muestra nada, y que no está en ninguna parte, y que es interminable”. (Philip Larkin, poeta inglés)
Las ventanas permiten crear interiores más iluminados, pero
no siempre fueron consideradas un elemento esencial, tanto constructivo como
decorativo. Así, por ejemplo, en la época victoriana, el sol se consideraba
dañino y las ventanas una guarida de bacterias, por lo que la Inglaterra del
siglo XIX consideró el impuesto sobre ventanas, con mansiones de más de ocho
ventanas que debían pagar una sobretasa.
Actualmente, las ventanas forman parte
de la infraestructura de una casa y no pueden considerarse individualmente. Si
ya están construidas, se pueden modernizar con mejoras interiores. Persianas,
postigos, cuarterones o pantallas, hay muchas soluciones para impedir la entrada del exceso
de luz. Las ventanas no solo aportan luminosidad, sino que también incrementan
la sensación de espacio y accesibilidad.
Tope y Cuña | Historias de muebles
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