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La historia de los cajones

Un cofre, con una tapa que se levantaba, era suficiente para guardar unas pocas posesiones, pero un método muy poco práctico para organizar unos efectos personales abundantes. La creación de unas pequeñas zonas de almacenamiento -los cajones- dentro de la caja o cofre, accesibles desde la parte frontal, fue una de las soluciones más brillantes de la historia del diseño del mueble. Se hizo por primera vez a mediados del siglo XVII, pero hacia el siglo XVIII los arcones con cajones o cómodas eran ya habituales en los hogares de la clase más acomodada. En el siglo XVII, la mayoría eran de nogal o de roble; en el siglo XVIII, la madera preferida era la caoba. 


Los primeros cajones se solían hacer con dos colas de milano a cada lado, clavadas para dar mayor fortaleza. A lo largo del siglo XVII fueron aumentando los ensambles y las colas de milano se hicieron más finas. Los primeros cajones llevaban además tallados unos canales a los lados, que corrían sobre unos raíles colocados en el interior del armazón del arcón. 

Gracias a los cajones, las posibilidades en el diseño de mobiliario se multiplicaron. Así, a medida que avanzaba el siglo XVIII, se desarrollaron  muchas variaciones de muebles, que incluían las cómodas sobre cómodas, los armarios para la ropa blanca y armarios auxiliares y una multitud de formas elegantes, como la cómoda abombada. A medida que iban cambiando los hábitos y costumbres, también empezó a fabricarse un nuevo tipo de mobiliario (escritorios, librerías, aparadores... ).

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