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Historias de árboles: Un hueco en el bosque


¿Sabías que el árbol más viejo del mundo es un Pino Longaeva que se encuentra en Nevada, con más de 4.800 años? ¿Y que el árbol más alto del mundo es un eucalipto (eucaliptus regnans) de los bosques de Tasmania, en Australia, con más de 130 metros de altura? En Europa, los árboles más altos son las piceas de los Cárpatos, en torno a los 70 metros, y los abetos, en torno a los 60 metros. Son historias de árboles. 


¿Y en nuestro país? Los árboles más longevos son los pinos laricios de las Sierras de Cazorla y Segura y que se calcula tienen más de mil años. Pero la edad es una cuestión de especies y, por ejemplo, en el caso de la encina, sumar varios cientos de años forma parte de su crecimiento normal. Por su parte, entre los árboles más altos de España, un eucalipto de Chavín (Lugo) plantado hace dos siglos y que ha superado los 60 metros. También son los reyes de la altura los pinos canarios de Vilaflor (más de 50 metros) o el ino de El Galapán de la Sierra de Segura (en torno a los 40 metros). 

Cómo nace y crece un árbol

Las semillas pueden caer sobre tierra firme, rocosa o estéril, sobre césped grueso, en tierras de pastoreo, cultivadas o aradas. Muy pocas encontrarán un hueco en el bosqueLa semilla permanecerá en reposo hasta que esté en condiciones de brotar. Alrededor de la semilla está el endospermo, un abastecimiento de grasas, almidón y proteínas necesarias para iniciar el crecimiento. Cuando esta reserva se agota, la semilla necesitará luz para fabricar su propio alimento. En este momento es cuando comenzará el crecimiento. Se rompe la cubierta seminal y crecen un ápice de la raíz y un ápice caulinar. Éste último crecerá hacia la luz, mientras que el ápice de la raíz lo hará hacia el suelo, para funcionar como almacenamiento de alimento, absorción de agua y nutrientes, y anclaje del futuro árbol.



En unas semanas, el sistema de raíces se desarrolla en forma de raíces fibrosas extensas que crecen cerca de la superficie o en forma de raíz principal, que crece en profundidad, en algunos casos hasta 6 metros, en los árboles maduros. Ejemplos de raíces fibrosas: el arce, el haya. Ejemplos de raíces principales: el pino, el roble.

En el primer año de vida, el árbol desarrolla una capa de células generativas internas, denominado cámbium vascular, que formará una cubierta continúa y encierra todas las partes con vida del árbol. Esta capa única y sencilla será el elemento principal del crecimiento. Durante los periodos de actividad, estas células generativas del cámbium hacen que el diámetro del árbol aumente, se multiplican y dividen en nuevas células que forman el xilema o madera en el interior de la cubierta, creando así una capa de líber.

En las células de las hojas está la clorofila. Cuando las hojas absorben la energía solar se activa este pigmento que les aporta su color, creando carbohidratos a partir del agua y del dióxido de carbono. Los carbohidratos se combinan con agua y nutrientes minerales y son conducidos por las raíces durante el proceso químico conocido como fotosíntesis, durante el que se produce la sacarosa. Así, las hojas envían de vuelta al árbol en crecimiento este alimento, energía para crear un nuevo tejido.

Así, el árbol tendrá una dirección bidireccional. Las sales minerales ascienden de las raíces por los tejidos de la albura y la savia de azúcar de las hojas, que proporciona energía, se desplaza hacia abajo hasta las raíces y por todo el árbol a los tejidos exteriores o líber.

Cuando llega el invierno los árboles se aletargan, encerrándose en sí mismos y todas sus actividades se adormecen, en unos árboles más (árboles de hoja caduca) y en otros menos (perennes), pero todos frenan su desarrollo. Si cortamos un árbol transversalmente, con un corte limpio, veremos que, por lo general, las zonas de madera tardía son más estrechas que las de madera temprana y ambas en conjunto forman lo que denominamos anillo anual. Por el número de anillos anuales se conocerá el número de años de un tronco; esta medida se realizará con la sección del tronco pegada al suelo. No obstante, hay que relativizar esta medida, puesto que no vale para los árboles tropicales ni cuando ha habido inviernos con sequías durante un periodo prolongado de tiempo, que puede ralentizar el crecimiento.  

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